martes, 31 de julio de 2012

El estilo es el árbol. Hemos echado raíces en la tierra y con la frente golpeamos las nubes, y el viento nos sacude alegremente porque somos flexibles, nuestras ramas lo cubren todo, se abren inmensas y abarcan los espacios estelares, el tronco crece, no hay dispersión, somos unitarios pero ramificados; henchidos de riqueza, vomitamos fermento y embrión, somos origen, nacen el oro y el alimento en nuestros follajes aéreos pero estamos cada vez más prendidos a la tierra y sin embargo subimos, ascendemos por la diáfana superficie etérea, el aire es nuestra libertad, buscamos la armonía con Dios y Él nos quiere crecidos, y así nos desarrollamos con movimientos plásticos, sacudimos nuestras hojas, nos inclinamos con las ráfagas, pero todo es para abundar y desbordar en el vacío sonoro donde reinan la luz y la paz, mientras seguimos engendrando vida y nuestros límites son ya incalculables y nuestras ramas evaporadas; es la voluptuosidad sin límites, el gozo supremo. Somo absolutamente libres porque somos el árbol cósmico.

De El camino de los hiperbóreos, Héctor Libertella.