CANCIÓN
Aquí conmigo, un primero de octubre, tarde líquida de sangre y agua y saliva,
aquí conmigo, en la noche de hotel y en el aliento del brandy y el café,
aquí conmigo, domesticada y sin ansias, hecha de despojos,
aquí conmigo mi soledad, materia inerte, ya sin queja y sin tremor:
con ella no escondo cartas entre la manga, no tengo cartas, no tengo mangas, estoy desnudo
con mi música, aquí conmigo, lejos del apresuramiento y de las balas,
ajeno al acoso de la cita y del teléfono, incólume tras el descendimiento a los infiernos.
Me pongo la máscara, me quito la máscara, busco otra máscara,
voy descarándome.
Perdí mi rostro y lo recojo ahora,
en esta noche de hotel, cuando mi soledad se vuelve tibia,
transparente,
y repaso sereno las agonías:
¿Adónde he quedado yo, tras tanta máscara?
Sólo el miedo permite seguirme tras el tiempo,
si bien cabe atribuirlo todo a una conjura:
¿Alfileres sobre una foto mía? ¿Un rezo? ¿Malas artes de la brujería y el halago?
Mentiras. Soy el dueño de mis dichas y mi miedo
y de unos blancos senos que ocupan cinco años de mi vida.
Y ahora, aquí conmigo ahora, en esta medianoche,
está ella silente como un gato, mi soledad llena de pasadizos
como un hormiguero abandonado.
Darío Jaramillo Agudelo
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