domingo, 23 de mayo de 2010

PRÓLOGO DEL TRADUCIDO

Todas mis amigas viven en otros mundos,
y ninguna en el mío o en el de otra.
Asi que
perdoname, mi amor,
pero esta noche
no puedo diseñar ninguna ONG
para girar el foco hacia
algún rincón devastado de la humanidad,
ni te acompañaré a la cena
del Partido -aun cuando hubiera adorado
socializar con ejemplares vivos
del trotskismo.
Porque están los otros mundos de mis amigas,
y hay noches en que no sé
qué hacer con todo eso, hay noches,
creeme, en que no sé
qué hacer con tanto.
Espero que lo entiendas: nadie tiene
un bolsillo tan grande
como para llevar consigo
tantos mundos a una cena
a la que de todos modos no fueron invitados.
Por eso esta noche
los desparramaré sobre mi cama
y los echaré al aire
y me bañaré con ellos como
las monedas del tesoro de un
millonario demente, y los perderé de a ratos
entre mis uñas no cortadas por años,
y los dejaré
caer sobre mi pecho desnudo
como el oro asesino de una lluvia
incandescente, y en el exacto momento
en que vos estés levantando una copa para
repetir que todo es ilusorio menos
el poder mientras un compañero desde
atrás mete su mano bajo tu pollera, yo
abré caído exhausto en el sueño,
con la cabeza colgando a los pies
de la cama, para que
los mundos de mis amigas
comiencen a traducirme.

En Las otras. Historias del misógino que amaba a todas las mujeres, Nestor Barrón.

*dedicado a mi hermanito Lozano.

sábado, 15 de mayo de 2010

XII
Que mi salud es débil,
Que no resisto los rigores del trabajo intelectual,
Que mi pensamiento es inestable y que a menudo me
equivoco en mis apreciaciones sobre la verdad de las
ciencias y las magias del arte,
Que soy descuidado para con mi persona,
Que no me baño con regularidad
Y que mis cabellos y mis uñas crecen sin control,
Que he derrochado mi hacienda en beneficio de los pobres
de espíritu,
Que he favorecido más de lo justo y necesario a los
enfermos,
Que he permanecido largas horas en los cementerios
Disfrutando paganamente de la soledad y el silencio
consagrado a los muertos,
Que en momentos de desesperación y orgullo he escupido
el rostro de los ídolos,
Que he vuelto ebrio y caído dormido en los
bancos de las plazas y en los tranvías,
Y que gasté mi juventud en viajes inútiles y estudios
innecesarios.

Nicanor Parra, en Ejercicios respiratorios.