miércoles, 20 de mayo de 2009

"Como un conjurado, como un necio conjurado marginal, elegante, tercermundista, pensó que todo no sería tan absurdo si, en alguna parte de ese tiempo, en algún lugar de los días, existiera alguien que realmente valiese la pena. Imaginó una red tenaz de tipos que, aunque él estuviera en ese sórdido bar juntando fuerzas para no enloquecer, lo hicieran sentirse menos ciego, menos solo, menos a la intemperie. Entonces sintió la sonrisa de Ana, los ojos vidriosos de Pablo, el soliloquio atormentado de Polo, el llanto de Cris; sus manos sobre el teclado. Respiró".

Putas selectivas, Luis Aguada.

viernes, 15 de mayo de 2009

Y me pregunté quiénes estarían en el bar. Quiénes, ese lunes cinco de junio, habían llegado hasta ahí y bebían. Quiénes atravesaron gélidos la intemperie para apiadarla desde el alcohol. Quiénes dormirían más tarde con la garganta caliente y la cabeza en blanco, sin ilación que perturbe. Quiénes aquellos que desconocía y no, que pretendía intuir desde el lenguaje, con palabras muertas, que intentaba acercar. Quiénes esos hermanos que ese día no encontraron un Dios o sí, pero tan indiferente como todo. Quiénes, en fin, esos que estaban ahí, como yo ayer o mañana, cuando a su vez me pregunté quiénes estarían del otro lado, asqueados de hogar, sucios de bienestar, aislados; quién dormía a su lado y su calor generaba el mundo. Y no pude responder. Y no pude, siquiera, mentir, de la misma forma que cuando yo como ellos. Y entonces sólo bebí.

Pablo

martes, 12 de mayo de 2009

gotán

Esa mujer se parecía a la palabra nunca,
desde la nuca le subía un encanto particular,
una especie de olvido donde guardar los ojos,
esa mujer se me instalaba en el costado izquierdo.

Atención atención yo gritaba atención
pero ella invadía como el amor, como la noche,
las últimas señales que hice para el otoño
se acostaron tranquilas bajo el oleaje de sus manos.

Dentro de mí estallaron ruidos secos,
caían a pedazos la furia, la tristeza,
la señora llovía dulcemente
sobre mis huesos parados en la soledad.

Cuando se fue yo tiritaba como un condenado,
con un cuchillo brusco me maté
voy a pasar toda la muerte tendido con su nombre,
él moverá mi boca por la última vez.

Juan Gelman