jueves, 10 de febrero de 2011

Jorge Leónidas Escudero

Cuerpo a tierra

Neste rancho tirado campoafuera
dejó sus cosas miren
tas alpargatas viejas les salieron bigotes
de andar andando sin salida.

De un clavo en la pared vean el sombrero
sudado a soles y un pañuelo bonito
de el cuello, ¿para lejanamente?
Lo que se lleva puesto: camisa dominguera
y pantalón en piernas como palo
que no han bailar ninguna cueca ya.

Y por si alguno ustedes quiere saber más,
él, quera tan pobre como ha sido nos deja
el cielo abierto paa que las estrellas
y los pájaros alumbren.
E el aire pa que lo respiremos deja.

Se llamó como no les importa. El tiempo
lo sacó del vientre de su madre
y lo puso a trabajar hasta que
véanle las manos ahora
quietitas y sin saber qué hacer. Al fin
terminó su tarea de hombre.


Oh ese bar

E estábamos en el bar La Gota de Grasa
famoso cubil de nocturnos. Óiganme,
no una noche ni dos jugábamos al truco,
no por chiste ¡epa!

Orejeábamos la noche sin apuro
y sucedía qu'el tiempo
sin avisarnos iba hacia hacete
de cuenta que estábamos en el paraíso.

Que hasta a la alba no cejábamos
de manejar cartas ahí
seguros de que nunca se nos secaría la lengua
por falta de reposiciones vínicas.
¿Dije bien?

Lindo tiempo ese el perdido,
pero conciso, lleno de hombría y amistad.
¿O qué otra cosa tiene mejor la vida
que darse el gusto uno sin ofender a nadie? Sí,
estuve revolcándome en La Gota de Grasa.
Y los moralistas vayan a otro bar a predicar
porque aquí los mirones son de palo.


Riña de gallos

Otra vez
por dormido mal anoche amanecí atravesao.
Por eso le dije a un amigo tu poesía
nada que ver con la poesía,
es harina de otra bolsa.
Y como el hombre se molestó
l'endilgué este discurso: ¿Qué ti has créido ah?
tirás la taba al aire y cuando cae culo
vos decís gané.
Además si tu asunto es engañarte hacé
lo que se te más guste,
largá ventosidades por la boca
y escribilas como poema, pero no me vengás
con que son verdades mundiales.

Cierto le pegué rudamente hoy
por las palabras bostezadoras qu'escribe y él
de manera peor me devolvió los palos.
Si mi abuela viviera nos hubiera dicho dejen
de darse picotazos en la cresta,
con su pan se la coman a la poesía.

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